Decálogo
para saber y poder mandar.
Diego Macià Antón. “Un adolescente en mi vida”.
Editorial Pirámide
- Mantener hoy una norma que mañana o a los pocos minutos no vale, nos hace perder credibilidad. No se puede mandar hoy una cosa basándonos en unas razones y mañana otra distinta.
- Cuando se ha tomado una decisión hay que mantenerla. Previamente habrá que razonarla, pero una vez tomada, por considerarla la más conveniente, deberemos mantenerla aunque cueste algún esfuerzo. Tampoco debemos mantener posturas de obstinación, y si consideramos que nos hemos equivocado, podemos reconsiderar nuestra postura, pero explicando nuestros motivos del cambio.
- Sólo deberemos exigir a los demás lo que somos capaces de hacer. Mantener una cierta congruencia de vida ante los ojos de nuestros adolescentes. Ellos se fijarán más en lo que hacemos que en lo que decimos.
- Los adultos debemos esforzarnos en mejorar, en aprender y corregir nuestros hábitos inadecuados; de tal forma que ellos perciban y aprecien en nosotros dicha actitud.
- Mostrarnos como una persona equilibrada, que sabe controlar sus emociones. La incapacidad para dominar nuestras emociones nos puede llevar a tener reacciones que después tendremos que corregir.
- Ser tolerantes en las pequeñas cosas, para poder exigir en las fundamentales. De lo contrario podemos caer en el error de estar continuamente reprochando, haciendo la relación muy desagradable y falta de confianza, perdiendo la capacidad para influir en lo realmente importante.
- Mostrar interés por el resultado de las acciones, no quedarnos en mandar por mandar.
- Siendo perseverantes conseguiremos pequeños cambios, siendo necesaria una buena dosis de paciencia.
- Favorecer su participación en el proceso de tomar decisiones, pidiendo su opinión no se pierde autoridad, por el contrario, le mostramos lo difícil que resulta a veces decidir y acertar en dicha decisión.
Diego
Macià Antón
“Un
adolescente en mi vida”
Editorial
Pirámide
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